La administración danesa ha dado un giro relevante en materia tecnológica al decidir abandonar progresivamente las soluciones de Microsoft a favor de alternativas libres como Linux y LibreOffice. Este cambio se enmarca dentro de un plan más amplio para asegurar que la infraestructura digital del país no dependa de actores extranjeros y refuerce su capacidad de decisión ante posibles tensiones internacionales.
Detrás de esta estrategia está la creciente preocupación del Gobierno ante el aumento de los costes asociados a las licencias de software privativo y el riesgo que implica la centralización de datos sensibles en manos de grandes corporaciones de fuera de Europa. En los últimos años, la factura relacionada con estos servicios se disparó considerablemente, lo que ha empujado a Dinamarca a explorar opciones más sostenibles tanto a nivel económico como político.
Un cambio liderado desde lo público: Microsoft deja paso al software libre
Bajo la supervisión de Caroline Stage, ministra de Digitalización, el gobierno ha confirmado que una parte significativa de su personal comenzará a utilizar Linux y LibreOffice en su día a día durante el verano. Si los primeros resultados son satisfactorios, la experiencia se extenderá al conjunto del ministerio y eventualmente al resto de la administración central. Las instituciones públicas en Dinamarca están considerando ampliar su uso de soluciones de código abierto, lo que puede involucrar la integración de LibreOffice con otras aplicaciones.
Una de las principales motivaciones para esta decisión ha sido la inquietud en torno a la dependencia tecnológica, especialmente después de episodios recientes donde decisiones políticas internacionales afectaron el acceso a servicios gestionados por proveedores extranjeros. Las autoridades buscan evitar situaciones en las que un conflicto exterior pueda dejar inoperativos sistemas de comunicaciones clave.
El factor económico también ha sido determinante. El crecimiento del gasto en licencias y servicios de Microsoft ha sido notable. En algunos municipios, la inversión anual casi se duplicó en cinco años. Se espera que la adopción de soluciones abiertas traiga consigo un ahorro considerable, permitiendo destinar recursos a otras áreas sin sacrificar la seguridad ni la funcionalidad en el trabajo diario.
Desafíos y oportunidades de un proceso gradual
Ni desde el gobierno danés ni desde las autoridades locales se ignoran las dificultades de implementar estos cambios. La adaptación de los empleados, la formación y la compatibilidad con el sector privado son algunos de los obstáculos identificados. El plan contempla un periodo de convivencia entre las antiguas y nuevas aplicaciones, con la posibilidad de ajustar el rumbo si surgen problemas insalvables. De este modo, la transición se plantea como un proceso pragmático y flexible, más que como una ruptura definitiva.
Este caso se suma a la tendencia de algunos países europeos que consideran imprescindible recuperar el control sobre sus datos y procesos críticos. Al mismo tiempo, la iniciativa está siendo observada con interés por otras naciones de la Unión Europea, en un contexto donde se discute el desarrollo de infraestructuras tecnológicas propias y la reducción de la dependencia exterior.
Lo que está en juego va mucho más allá de qué aplicaciones se usan o qué sistema operativo está instalado en los ordenadores. Se trata de decidir quién establece las normas y de asegurar que decisiones externas no limiten el funcionamiento de los servicios públicos esenciales. Dinamarca está intentando encontrar el equilibrio entre la eficiencia digital y la protección de sus intereses nacionales mediante el uso de herramientas abiertas, apostando por una transición que, aunque compleja, puede servir como modelo a seguir para otros países europeos en el futuro.